Luis Segura Vilchis: Modelo de fe para jóvenes católicos
- P. C. de Oliveira
- 16 nov 2021
- 3 Min. de lectura

«¡Viva Cristo, Rey!». Tal era el grito que en los años 1920 abría las puertas del Cielo y de la gloria eterna a muchos de los mártires durante la resistencia católica en México.
Los mártires Cristeros, que participaron heroicamente de tal resistencia, gritaban «¡Viva Cristo, Rey!» al ser fusilados por el régimen masonico, contra el cual luchaban: un régimen tiránico, que cerró las iglesias, persiguió a la Religión católica y sembró la desgracia sobre la Nación amada por la Virgen de Guadalupe.
Luis Segura Vilchis ‒ el joven que aparece en la fotografía ‒ no fue sometido a un juicio.
Sin ningún aviso previo, fue retirado de la cárcel para enfrentarse al pelotón de fusilamiento. Este joven también dio aquel glorioso grito, cuando fue alcanzado por los tiros de sus ejecutores. Contra él había sido lanzada la acusación de conspirar contra la vida del impío dictador Obregón.
En la primera fotografía, vemos al prisionero caminando hacia el lugar de su ejecución, acompañado por un siniestro funcionario del régimen mexicano.
Está sereno como si atravesara la nave de una iglesia después de recibir la Santa Comunión, que le proporcionaba la íntima convivencia eucarística con el Dios por quien, dentro de unos instantes, habría de morir.
Puro, varonil, noblemente señor de sí, bien vestido, distinguido y visiblemente dotado de buena educación, este héroe puede legítimamente ser considerado un modelo de joven católico: serio, generoso, lleno de fe y de coraje.
Tranquilo camina hacia la muerte el joven Luis Segura Vilchis. El dominio de sí impresionó a los testigos, e incluso llegó a conmover al comandante y a los soldados del pelotón de fusilamiento.
¡Cómo le habría sido fácil emplear sus muchas cualidades de forma egoísta, construyendo para sí un estilo de vida cómodo, mediante una bella carrera!
Bastaba colaborar con el régimen ateo, igualitario y marxista que sofocaba su patria o, al menos, no oponerse a él.
Sin embargo, su conciencia de católico rechazaba enérgicamente ese camino.
Luis Segura se vinculó al movimiento Cristero y, gracias a su vigorosa personalidad, a su fervor e inteligencia, pronto se convirtió en uno de sus propulsores.
Testigos afirmaron que el joven mártir sólo fue informado de su inminente ejecución cuando estaba siendo retirado de su celda.
«Estoy listo», respondió a sus asesinos que lo enviarían al Cielo.
Segura Vilchis tuvo que pasar cerca del cadáver todavía caliente del célebre Padre Pro. En la primera fotografía, él está mirando un punto a su derecha, donde yacía el cuerpo del famoso sacerdote jesuita, ejecutado minutos antes.

Enfrentando Segura esa situación, no se nota en sus facciones ni siquiera la menor crispación. Él no da el menor indicio de pánico o desaliento. Su expresión fisonómica permanece inmutable mientras contempla la dura realidad tan cruelmente presentada a sus ojos.
Él será la próxima víctima de la revolución comunista; y comentaristas de la época confirman que no se observó ninguna alteración en su plácido semblante.
Tal dominio de sí sólo puede resultar de una gracia extraordinaria para enfrentar el martirio y una especial fuerza espiritual. Su alma era fuerte, porque se preparó mediante largos sufrimientos anteriores. A través de ardua reflexión y meditación, él encaró lo más trágico que le podría suceder.
¡Segundos después – ¡y con qué seguridad! – él entraba en otro Cielo, del que el nuestro es sólo un símbolo.
¡Qué gloria la suya, al ser llevado por los Ángeles ante el Trono excelso de Dios para el verdadero encuentro con Cristo Rey – por quien acababa de ofrecer la vida terrena –, y con María Santísima, que sonrió dulcemente para ese heroico hijo!
En posición erguida, mirando hacia el cielo, el 23 de noviembre de 1927, Segura Vilchis se enfrentó con fe y confianza de mártir a las balas asesinas.

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