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¿Podría ofrecer, la virtud de la Caridad, aportes al rol docente?

  • Candelaria María Puigjane
  • 2 jul 2020
  • 11 Min. de lectura

Actualizado: 17 sept 2020

La virtud es una cualidad consciente, libre y habitual del hombre que, busca, elige y practica para hacer el bien. Lo primero que importa es que todo educando la tenga. La Caridad es una virtud dada por la Gracia, que no se adquiere por repetición de actos, sino por el Amor puro y libre de Dios, para hacernos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la Vida Eterna. Ésta es superior a todas las virtudes, las anima, inspira y perfecciona. Las virtudes humanas (conductas rectas que giran en torno a las virtudes Cardinales: prudencia, fortaleza, justicia y templanza) se arraigan en las virtudes Teologales (que es el obrar moral, modo de ser y de vivir la Fe, la Esperanza y la Caridad, que nos hacen ser verdaderos cristianos) que adaptan las facultades del hombre a la participación de la naturaleza Divina. "Las virtudes morales crecen mediante la educación, mediante actos deliberados y con el esfuerzo perseverante. La Gracia Divina las purifica y las eleva." (CATIC; p. 1839).


A partir de esto, plantear la relación entre la Caridad y la educación. Habiendo ya explicado las virtudes Teologales, diferenciándolas de las Cardinales, desarrollaré qué se entiende por el concepto Caridad, su vínculo con la docencia, y expondré propuestas de acción, mediante autores como San Pablo, la Santa Madre Teresa de Calcuta, el Catecismo de la Iglesia Católica, San Juan Bosco, Valverde Cuba y Max Enrique.


Por la Caridad, soy testigo de la Verdad para la salvación de mis hermanos. La Fe y la Esperanza tienen sentido en el Amor sobrenatural, por la Fe tenemos el conocimiento de Dios, por la Esperanza confiamos en el cumplimiento de las promesas de Cristo y por la Caridad obramos de acuerdo a las enseñanzas del Evangelio. Por la Caridad amamos a Dios sobre todas las cosas, a nuestro prójimo incluso a los enemigos, como a nosotros mismos por amor de Dios. Su prójimo, en cuanto maestro, lo constituyen los alumnos y sus familias, los compañeros, las autoridades, y aquellos que carecen a nivel económico, social, moral, etc. El Amor de Dios es el primer acercamiento a sentirse amado. Jesús, amando a los suyos, manifiesta el amor que recibe del Padre. Es así que, amándose unos a otros, los discípulos imitan el amor de Jesús. La Santa Madre Teresa nos dice que esta “virtud de las virtudes”, comienza en casa hogar, con el prójimo más próximo.


Amar es buscar el bien del otro, enemigos también: siempre caridad, en todo y a todos, caridad. En todo amar y servir, y conducir para que conozcan a Jesús, lo escuchen y lo sigan. Entonces aprendo a mirar a esta otra persona no ya sólo con mis ojos y sentimientos, sino desde la perspectiva de Jesucristo, para ofrecerle la mirada de amor que él necesita. Esta gran virtud exige practicar el bien, el perdón, la generosidad, reciprocidad, amistad, comunión universal y mostrarse en las cosas pequeñas, según las características de cada persona. "El amor se demuestra a través de los hechos." (Sta. Madre Teresa de Calcuta, 1998, p. 52). Por ende, debemos ser coherentes, humildes, auténticos, limpios por dentro y por fuera, para que todos puedan ver esa bondad, perdón y comprensión en nosotros. Para amar tenemos que aprender a perdonar.

Las palabras de San Pablo en su epístola primera a los Corintios, expone la necesidad de la Caridad, ya que el hombre sin ella, nada es, y sus actos sin ella, son nada. San Pablo muestra el “camino” de la perfección: la Caridad (Ágape), es decir, en el amor auténtico, que Dios nos ha revelado en Jesucristo. La caridad es paciente, servicial, y sin embargo no hace alarde, no se envanece, ni se irrita, ni presume, no se alegra por la injusticia, es más, se regocija con la Verdad y con el bien del otro. Quien ama verdaderamente no busca su propio interés, no mide cuánto da, no tiene en cuenta el mal recibido, todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta (Cf. 1 Corintios 13,4-7), y nunca se acaba porque se apoya en la Verdad, en Dios, entonces es duradero, firme, fiel, creciente, hecho para circular, y unir a toda la comunidad cristiana. Es lo único que permanece eternamente.


¿Cómo animar a los jóvenes, y así se retornen alegres? ¡Con amor! “Que ellos mismos se den cuenta de que son amados” (Sac. Gio. Bosco, 1884, p. 2). El amor y la manifestación del amor; el afecto y expresar afecto; la amistad y ser amigo, siempre en función del otro, de los demás. Amarlos en las cosas que les agradan, participando en sus inclinaciones infantiles, para que aprendan a ver el Amor en las cosas que naturalmente les agradan poco como son la disciplina, el estudio, la mortificación de sí mismos, y que aprendan a hacer estas cosas con amor. Justamente en esto hace hincapié Don Bosco, en el amor como regla. Acercarse a la idea de un maestro con alegría genera en los jóvenes un impulso para acercarse a hablar, y un ansia viva de oír consejos y ponerlos en práctica. A veces basta una palabra, una mirada, un gesto, para llenar el corazón de los que amamos. Amar se contagia, porque es lo que el hombre está llamado a hacer: buscar y hacer el bien. Podemos hacer cosas pequeñas con gran amor. Ser fiel a las cosas pequeñas es donde reside la fuerza. En las manos de los educadores, se forman una niñez y una juventud, que son o serán, como dice San Pablo “metal que suena o campana que retiñe” si tienen Caridad, porque sin ella, nada soy. Y todo lo que es privilegio, servicio, virtud misma, si no tengo caridad, nada me aprovecha. En nuestros trabajos, buscar la oportunidad de ser Santos a través de las obras del amor que realizamos. Pero no puede llegarse por el mismo camino a todos los alumnos. “[Soportaos] unos a otros en la Caridad, en toda Humildad, dulzura y Paciencia.” (CATIC; p. 2219) Para eso, inspirar a Dios dentro de esas almas. A los de naturaleza más rebelde, se requiere formar hábitos naturales en ellos, que contrarresten su condición. Por eso, cuando se necesite amar mucho, hay que pensar en Dios, orarle y rendirle nuestro corazón.


A su vez, así como resalté la Caridad de los maestros hacia los alumnos, a Don Bosco le parece destacar que los jóvenes deben soportar también los defectos de los demás, porque este mundo no se encuentra la perfección, sino que sólo se da en el Paraíso; que procuren vivir en la Gracia de Dios. Quien tiene paz con Dios, tiene paz consigo, y con los demás. Si el corazón no está en paz con Dios permanece angustiado, inquieto, desconfía, se irrita por nada, le parece que toda va mal y, ya que él no tiene amor, cree que los superiores no le aman. Si no estamos en paz es porque olvidamos que pertenecemos el uno al otro. Los jóvenes les dice: "son el futuro de la alegría de amar" (Sta. Madre Teresa de Calcuta, 1998, p. 106)


El que quiera ser amado hace falta que haga ver que ama. El maestro al que se ve sólo en la cátedra es maestro y nada más, pero, si comparte palabra en el recreo, es la palabra de uno que ama. El que sabe que se le ama, ama; y el que es amado, obtiene todo, especialmente de los jóvenes. Esta familiaridad, este afecto, inspira confianza, y abre el corazón, hace conocer sus necesidades y manifestar sus defectos. Este amor hace soportar las fatigas, los tedios, las ingratitudes, las molestias, las faltas, las negligencias. La dulzura genera menos amargura en el mundo, pero la disciplina es la clave entre las metas y los logros.


O sea, Caridad de los que mandan y de los que tienen que obedecer, para que hagan reinar la alegría y felicidad para todos. Para trabajar con los niños, hay que amarlos y que se manifieste en forma comprensible para ellos para que den gloria a Dios, y a ella, con su buena conducta.


"La educación es una fuente inagotable de valores". (Bach. Valverde Cuba, Máx Enrique, 2016, p. 14), capaces de arrancarnos de nuestra indiferencia, y " los valores (...) inspiran la práctica educativa y la relación de educación(...)" (Bach. Valverde Cuba, Máx Enrique, 2016, p. 71). El encuentro entre la Gracia Divina y la Naturaleza humana es lo que se pone en juego en la educación. Su misión es formar hombres y mujeres con capacidad real de vivir con libertad. Que los estudiantes comprendan que Jesús vino a anunciar la libertad y que amen al prójimo como a sí mismo; que encarnen las enseñanzas de Jesús en su contexto. Formar el carácter capacitando para el sacrificio, así como enseñar los valores y comportamientos, inculcando el sentido del deber, de la responsabilidad, del honor, del respeto, gracias a un diálogo abierto y permanente, mejor que imponiendo, o con amor demasiado indulgente, lo que la Madre Teresa nos dice es que amemos hasta que duela, porque tenemos la prueba del Amor sin medida que Dios nos dio, con la promesa de la divina inhabitación santificadora en el alma de todo posible educando. Y, las obras, valores y virtudes son arquetipos para ser imitados por los jóvenes, con la orientación y dirección de los docentes. Vivir para servir, (sino) no servimos para vivir, la vida carece de sentido. Hay que hacer las cosas ordinarias, con un amor extraordinario. Darle a alguien todo tu amor nunca es garantía de que él también te amará, pero no esperes que te amen, sólo espera que el amor crezca en el corazón de la otra persona. Y si no crece, sé feliz porque creció en el tuyo. Hacer el trabajo feliz de hacerlo, “sin amor es esclavitud” (Sta. Madre Teresa de Calcuta, 1998, p. 73).


Uno de los grandes problemas de nuestro tiempo, que no es nuevo, y la Madre Teresa lo expone también, es que cada hombre tiene una necesidad de ser comprendido, una necesidad inagotable de ser amado. La falta de amor, el hambre de amor atención y afecto, sucede porque no hemos dado a esa persona lo que necesitaba. Ningún fracaso nos debe desanimar mientras tengamos clara conciencia de haber hecho aquello que estaba a nuestro alcance. Importa cuánto amor ponemos en cada acción. Según Don Bosco, y coincido, la regla que primorea en la educación familiar y escolar, es el amor. La familia es la primera célula que puede proporcionar esta fantástica carga emocional. Aunque, la influencia educativa de los padres necesita ser complementada, prolongada y amplificada por la de los maestros.


La reestructuración del mundo, por la que estamos pasando, incluye a la educación, y a los roles dentro de ella. La formación será fructífera cuanto más dispuestos estemos aprender cada día. Los mejores profesores son los niños, algunas personas vienen como lecciones. La gran escuela de los medios de comunicación es un competidor serio y poderoso para la institución. Es conveniente que cualquier educador y cualquier padre formen su inteligencia y conciencia moral para poder cumplir su misión en el contexto de nuestro mundo posmoderno. Ante estos cambios, creo necesario que el proceso educativo se realice a través de una pedagogía que sea “experiencial, activa, participativa y transformadora" (Bach. Valverde Cuba, Máx Enrique, 2016, p. 19); que fomente el "protagonismo a través de la metodología del ver, juzgar, actuar, revisar y celebrar. Tal pedagogía ha de integrar el crecimiento de la fe en el proceso de crecimiento humano, teniendo en cuenta los diversos elementos." (Bach. Valverde Cuba, Máx Enrique, 2016, p. 19). Educación, como dice la Madre Teresa, para la acción. Y esta acción debe ser creadora, teniendo al Amor como criterio de acción, derramado sobre todos sin distinción. En el amor es donde la paz se encuentra.


Que la Iglesia con su palabra y testimonio presente a los adolescentes a Jesucristo en forma atractiva y motivante, para que sea para ellos el Camino, la Verdad y la Vida, tanto en la realización personal y social, como para encontrarle sentido a la vida, en la Caridad. La nueva era bajo el signo de la esperanza.

Lo primero es que «el maestro sea hombre de caridad», para que así también lo sean sus educandos, y si lo consigue, habrá sido un excelente pedagogo. Sería mejor hablar de maestros y profesores, porque su misión no es solo enseñar. Somos lápices de Dios (Sta. Madre Teresa de Calcuta, 1998, p. 200). Los maestros y los profesores tienen la tarea de educar. Y educar, según la etimología del verbo latino «educere» significa: elevar, levantar, afinar. No una mera instrucción, sino una educación en valores permanentes.


La metodología de ver (observar, constatar la realidad, valorar, mediante: testimonios, noticias, acontecimientos, observaciones del entorno, etc.), juzgar (mirando la Verdad, a partir del mensaje cristiano, de la oración, animado por la Fe) actuar (sostenida por la Esperanza, transformar lo personal y lo social. Actuar siendo testimonio), revisar (evaluación permanente para mejorar y sugerir acciones nuevas más profundas, transformadoras, críticas y realistas para proyectarse hacia el futuro) y celebrar (la experiencia vivida y la presencia de Dios liberador haciendo historia con su pueblo), ayuda a conocer la realidad, criticarla, y así educarnos respetuosamente, atentamente, esto, mientras que la educación abra la mente y los corazones. Analizar los hechos de la realidad a la luz de la Fe y de la vida, para descubrir lo que ayuda o impide a las personas a alcanzar su liberación. El enfoque metodológico que propongo, es el aprendizaje significativo, dinámico, ya que, podemos notar que colaborar con los demás, compartir ideas, opiniones da mejores resultados, uno hace lo que el otro no, y viceversa.

La cooperación tiene más sentido cuando siendo autónomos elegimos compartir, entonces también nos hace mejores. Las estrategias didácticas permiten alcanzar los objetivos y metas previstas en el proceso de enseñanza aprendizaje. Esto nos permite empezar a darle forma a la escuela que queremos y que, hasta no hace mucho no sabíamos cómo lograr. El principal aprendizaje que nos llevamos desde la experiencia, es que la escuela tiene mucha riqueza encerrada y que el primer paso es aprender a mirar, a ver con otros ojos, los ojos del cambio. Es de vital importancia para el educador “conocer y emplear adecuadamente el esquema metodológico propio del área." (Bach. Valverde Cuba, Máx Enrique, 2016, p. 27): tipo de persona, de sociedad y de cultura, que la institución persigue en su la misión. Buscar ser en una comunidad que enseña, pero a su vez, aprende. De modo que, los estudiantes surgen como protagonistas que se hacen oír, tienen mucho que decir, son quienes dan sentido al acto educativo. Aprender a escucharlos, aceptando lo que dicen, porque detrás de sus palabras, de sus reclamos, de sus juicios, hay un profundo amor. La Santa Madre Teresa les habla a los educadores diciéndoles que ellos enseñarán a volar, a soñar, a vivir, pero sus estudiantes no volarán su vuelo, ni soñarán aquellos sueños no propios, ni vivirán lo que no sea su vida, sin embargo, en cada vida, en cada vuelo, en cada sueño, permanecerá siempre la huella del camino enseñado.


Es así, entonces, como la metodología puede hacer que los jóvenes puedan interiorizar las enseñanzas de las Sagradas Escrituras. Para esto, las estrategias didácticas deberán estar orientadas a incidir en la práctica de la virtud Teologal de la Caridad. ¿Cómo podría ser esto? Voy a exponer algunas propuestas acerca del modo de llevar la Caridad a nuestras actuales escuelas y a nuestros reales o posibles educandos: mediante la participación en la celebración de la Misa; mediante la lectura de la Biblia (en la Iglesia o lugares comunes también) con/o sin un sacerdote que la dirija; con música de fondo para motivar la lectura de la Biblia; con una reflexión después de leer la Palabra de Dios, seguido de una explicación de la Palabra; o sino, con la explicación del sacerdote que haga reflexionar; con la oración después de leer la Biblia en un ambiente de silencio, o con cantos. Don Bosco resalta la idea de que lo que nunca debe faltar es el deporte, la música, el teatro, el arte, los juegos, los paseos, etcétera como medios eficaces para obtener disciplina, para ayudar a la moralidad y a la salud. Mientras se recuerde que la diversión es un medio, y no el primer ni el único fin de la educación. La diversión verdaderamente beneficiosa es la que transmite verdaderos valores.


Habiendo expuesto este tema, queda reflexionar sobre nuestras obras, el amor que pusimos o no en ellas, ya que, el alcance de las virtudes, traspasan el mundo, y tienen su raíz y su plenitud en la eternidad. La Madre Teresa insistió siempre en que, más que lo quedamos, importa cómo lo damos." (Sta. Madre Teresa de Calcuta, 1998, p. 52) Es necesario considerarlo, entonces, para lograr la eficacia educativa: «Corred para alcanzar la caridad» (I Corintios, XIV.), porque debe vivir briosamente en educadores y educandos; ya que, el día que nos llegue la hora de dejar este mundo, al final del camino me dirán: - ¿Has vivido? ¿Has amado?

Bibliografía:

· Himno de la Caridad, San Pablo (1 Cor 1-13)

· "Las enseñanzas de la Madre Teresa"; 1998, Ed. Libros Latinos S.A.

· Carta del 10 de mayo de 1884, Roma, a la comunidad salesiana, Sac. Gio. Bosco. "El sistema preventivo en la educación". Textos en castellano y tomados de Juan Bosco. Memorias y ensayos. Edición y estudio introductoria de José Manuel Prellezgo, Madrid, Biblioteca Nueva, 2004.

· MARIN CABRERO, Rosa; “La Virtud En La De La Caridad Educación”; recuperado de: https://revistadepedagogia.org/wp-content/uploads/2018/06/1LaVirtudDeLaCaridadEnLaEducacion.pdf

· Bach. VALVERDE CUBA, MÁX ENRIQUE; 2016; “Las Estrategias Didácticas Según Santo Domingo Inciden En La Práctica De La Virtud Teologal De La Caridad En Los Catequistas De La Parroquia Del “Espíritu Santo” De Huaraz 2015”; recuperado de: http://repositorio.uladech.edu.pe/handle/123456789/5383

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