top of page

Lo que no se negocia

  • Emilio Komar
  • 5 nov 2021
  • 2 Min. de lectura

Un buen diálogo no puede basarse en concesiones. El diálogo no es una negociación y el que piensa que haciendo concesiones va a conquistar a su interlocutor está en un error: para llegar a la verdad es necesario entrar en la realidad. La concesión no tiene nada que ver en lo cognoscitivo y se hace un pésimo servicio a la verdad si se introduce la táctica de las concesiones. Conceder si se tiene razón, si no se tiene, no se puede conceder y en definitiva si se tiene razón, no se concede. Ha entrado en el «pseudo espíritu postconciliar» la tendencia a hacer grandes concesiones. Y un buen diálogo no puede jamás basarse en concesiones, porque el diálogo es un progresivo esfuerzo para ver mejor, más honda o más lúcidamente. Se puede hablar con la mayor amabilidad, pero jamás conceder, porque en el diálogo no se trata de persuadir al otro. No es una negociación, ni un «trabajito diplomático», sino que es una búsqueda rigurosa de la verdad realizada entre dos. Es la verdad la que se impone.


La inteligencia no es libre. Se puede mentir, engañar, pero no se puede hacer el favor intelectual de engañar. […]


En todo diálogo hay tres: los dos que dialogan y la realidad objetiva; y si los que dialogan no se someten a la realidad, no puede haber diálogo.


[…]Todas las tesis, conceptos, definiciones tienen que ser tomadas en su referencia a algo existente, no por sí mismos, porque no interesa almacenar ideas, conceptos, definiciones, teorías, tesis, sino que lo que interesa es entender «cómo están las cosas», cómo es la verdad de las cosas. Siempre referirse a lo existente; a lo mejor ustedes pueden rever y corregir algunas expresiones mías, eso no importa, porque no se trata de ser discípulos míos, se trata de ubicarse bien en la realidad. El verdadero maestro es un puro mediador, un intermediario, pues el diálogo no se desarrolla entre yo y el alumnado, sino entre ustedes y la realidad que están conociendo; entonces no deben buscar en mí las razones, tienen que buscar las razones en la realidad que estudian. Un buen profesor debería ser, por así decir, casi transparente para no interponerse entre el que estudia y la realidad que se estudia.”


Emilio Komar, El tiempo y la eternidad, Buenos Aires, Sabiduría Cristiana, 2003, 41; 48; 58

Comments


bottom of page