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¡Luchemos por Argentina!

  • Ignacio Bis
  • 28 sept 2020
  • 4 Min. de lectura

Caía el sol al atardecer, refrescaba de gran manera, se iba terminando la tarde y yo estaba sentado en el sillón del living. Muy tranquilo me encontraba, pues era un sábado en el que había leído mucho y necesitaba descansar. Me acomodo, y una vez ya sentado, saco el celular para responder o ver lo que había. Entro a instagram, veo algunas historias y después paso al inicio. Bajando y bajando al ver las fotos, me topo con una noticia del portal más leído en Argentina: “Infobae”.


Lo que había allí era abominable, pero detengámonos a ver la noticia. “Ahora no quieren volver” decía el título en la descripción, y en la foto dos personas sumamente alegres con un bellísimo paisaje, acompañadas del siguiente título: “Emigraron por 6 meses y no quieren volver: ahorran hasta 2 mil dólares al mes”.


La nota consistía en una pareja que: “fue a probar suerte” a otro continente y se enamoraron del lugar y de la calidad de vida del país en el que estaban. ¡Qué hermosa noticia! pensaría cualquiera (de hecho llovían elogios para la pareja en los comentarios), pues se les cumplió el sueño de casi todos los argentinos hoy: irse del país en momentos duros y lograr una cómoda vida en otro continente.


Quizás ahora la pregunta que más importa y nos hacemos es… ¿Qué tiene de malo?

No voy a hablar de lo que hizo la pareja, sino más bien de esa tonta actitud de abandonar la Patria que tan de moda está hoy. El simple hecho de huir cuando las cosas están mal, escapar del suelo natal de uno cuando está siendo destrozado y elegir irse a otro país por el simple hecho de vivir más cómodo, no me parece lo mejor. Aunque cabe aclarar que hay múltiples razones, incluso algunas debido a fuerzas mayores, por las que se van. Yo no hablaré de esas decisiones, sino de aquellas que toman las personas con resentimiento y rencor al propio suelo, con el afán de una vida mejor.


El momento que atravesamos los argentinos es duro. En el mundo hoy casi todos se han levantado de la cuarentena, otros se reinsertan en la sociedad incluso sin haber hecho aislamiento, algunos vuelven a las escuelas, etc. Mientras tanto acá parece no haber forma de volver. Pero volvamos a nuestro eje, ¿Qué problema hay con irse?


El patriotismo es la respuesta. Lo que quiere dañar la página con esa maldita noticia va de la mano con su objetivo, que parece ser el de destruir la virtud llamada: “piedad patriótica”, que ya tan olvidada tenemos hoy. Es una noticia que ataca claramente mediante la avaricia haciendo eco de que ganan 2000 dólares al mes.


Una nota en que no se reconoce el amor al suelo natal aún en tiempos de dolor. Una entrevista a dos jóvenes que son el ejemplo para todos, pues se fueron, y encima… ¡ganan dólares! ¡Qué ejemplo! Pero no, no es así.


Abandonar con temor el timón cuando no se ve con claridad el puerto no es lo mejor. Huir de la patria en la que Dios nos quiso y escaparle a nuestra herencia, a nuestra tradición, a nuestro patrimonio y a nuestro pueblo, es un acto que muestra poca fidelidad. No quiero imaginar si en un noviazgo alguno se enferma… ¿Qué hará el otro, será fiel o abandonará en la tempestad?


Estamos frente a dos pecados en cuanto a la virtud del patriotismo. El primero, los apátridas, aquellos que desprecian el suelo natal y las raíces del mismo. Y el otro, el patriotismo exagerado, que desprecia las demás naciones. No caigamos en estos vicios, amemos nuestra Patria y mediante ella, a Dios.


Chesterton dice: “No amaron a Roma por grande, no. Roma se engrandeció porque supieron amarla”. Ya está todo dicho, pero agrego algo. ¡Amemos a nuestra querida Patria, amemos a nuestra querida Argentina! Está siendo destrozada, aquellos con corbata sentados en un sillón de plata la están arruinando, los que en el poder se ubican la están matando, ¡defendamos carajo!


No dejemos de luchar, no bajemos los brazos, no decaigamos. Será difícil y lo sabemos, será costoso y tenemos que entenderlo, pero cuando estemos a punto de dejar de regar este bello suelo con grandes obras, pensemos en la recompensa Celestial. Recordemos que nuestros antepasados han hecho todo por nuestra tierra, vivamos como aquellos compatriotas que todo lo dieron y hoy no están. Aseguro que nuestra obra, por más pequeña que sea, vale.


Si nos sentimos agotados, pero peor aún, vemos que no crecemos o que nuestra obra es minúscula, recordemos que Cristo caminó camino al calvario con una Cruz a cuestas, siendo burlado y humillado mediante azotes y escupitajos, desnudo y con una corona de espinas… y precisamente ahí, cuando lleguemos a ese momento de recordar a Cristo, también volvamos a aquella Mujer que lo acompañó en todo momento y estuvo de pie en la Cruz.


Traigamos a nuestra mente aquella preciosa tradición del asado los domingos, del mate a la mañana, a la tarde, o a la noche (bueno a toda hora). Pensemos también en esa belleza que caracteriza a la Argentina y es la familia, el pueblo, la hermandad. La unión en Argentina es grande, bella y admirable. No la perdamos. No nos comamos el cuento que debemos huir como perros. No creamos en lo que nos dicen aquellos que manejan los medios, el periodismo es solamente gratificación para las inteligencias mediocres, para el rebaño, pues si vemos nuestra patria lastimada y queremos llorar, lloremos. Jesús lloró por su tierra, “cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella” (Lucas 19, 41).


¡Luchemos, luchemos y luchemos! Argentina nos pide ayuda a gritos. Argentina está siendo lastimada, pero no solo porque se quiere aceptar que las madres maten a sus hijos en el vientre, si no también económica, política, social y culturalmente. Quieren destrozarla, e incluso, abandonarla. Pero daremos batalla, lucharemos con fe, esperanza y caridad en Dios, en nuestra Patria, y en nuestro pueblo. Se podría decir mucho más de lo que pasa hoy y la actitud que debemos tomar, pero solo recordemos esto. Hay que luchar, y si es por lo que nos dio Cristo, mucho más.


Me despido con las palabras tan trilladas del cura loco, que ese sí que supo defender, pero sobre todo, amar la Argentina. “Amar la Patria es el amor primero y es el postrero amor después de Dios; y si es crucificado y verdadero, ya son un solo amor; ya no son dos”.


Nuestra Señora de Luján, ruega por nosotros.

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