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La mujer, pilar fundamental de la familia

  • Foto del escritor: La Cumbrera
    La Cumbrera
  • 8 mar 2021
  • 3 Min. de lectura

Desde hace algunos años, y especialmente en esta era feminista, mucho se ha hablado acerca del rol que cumple y tiene la mujer en la familia desde una perspectiva negativa. Se tiende a caer en el falso concepto de que ocupamos un lugar de inferioridad frente al hombre y que ser ama de casa es sinónimo de opresión; pero nada más inventado y alejado de la realidad que dicha afirmación. Veamos el porque.


Ser ama de casa, amar a tu esposo y velar por el bien de la familia, no nos convierte en sumisas, sino que es uno de los mayores aportes que se le puede hacer al mundo.

Las mujeres tenemos una fortaleza y diversas cualidades, desde distintos ángulos, que no sólo nos distinguen y hacen únicas, sino que también nos hace tan necesarias como irremplazables. Nadie puede, más que nosotras, ocupar ese lugar. Podemos soportar dolor, superar obstáculos y relacionarnos con facilidad para proteger a quienes amamos y asegurarle un futuro a la humanidad.


La familia no es una simple construcción social ni mucho menos una carga, es uno de los pilares fundamentales que sostienen la sociedad e impide que se derrumbe; pero… ¿Qué sería de la familia sin la presencia femenina?

Al oír feminidad se viene automáticamente a la cabeza la mera imagen de una mujer bella, perfumada y delicada. Sin embargo, esa es tan sólo una pequeña isla en medio de un inmenso océano que nosotras mismas debemos animarnos a explorar y descubrir, pues es maravilloso. Al ser fuente de vida y el corazón de la familia, somos la llave maestra que le abre la puerta al futuro.


Las mujeres no sólo poseemos el don y privilegio de poder hacer el mayor aporte a la humanidad: gestar y traer vida, también tenemos uno de los roles más importantes: educar con la ternura maternal que nos caracteriza complementando nuestras habilidades profesionales con las de esposa, madre y ama de casa.

La verdad es que detrás de todo buen hombre hay una gran mujer que soportó el dolor de un parto, que resignó noches amamantando sin importar cuantas ojeras decoraban su rostro, que preparó cada almuerzo, que enseñó cada letra y cada número, que resignó deseos, salidas o siestas, que aguantó caras largas por corregir errores, etc.


Acontece hoy en nuestra sociedad el paupérrimo y mentiroso movimiento llamado feminismo, que suele desprestigiar la labor de ama de casa adjudicándonos a las mujeres una sumisión que no tenemos; por el contrario, una ama de casa es tan independiente y fuerte que tiene más resistencia al dolor, que puede soportar el cansancio, se esfuerza por lograr metas, está dispuesta a resignar y puede realizar varias actividades a la vez por amor a su familia y en pos del bien común.

Lejos de ser sumisa, ser ama de casa es uno de los trabajos más nobles y valientes que hay. Y no cualquiera puede estar a la altura de semejante responsabilidad. Al revés, las feministas aterradas prefieren abortar, deslegitimar y correr por temor a “no poder salir adelante” y el egoísmo de no ceder.


Sin lugar a duda, las amas de casa son las verdaderas mujeres empoderadas de hoy y de siempre. Y debe saberse que decir: “pro mujer”, implica aceptar y reivindicar nuestra fertilidad y el lugar que ocupamos dentro de la familia, que es donde se gesta y se educa la vida.

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