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La Anunciación

  • Foto del escritor: La Cumbrera
    La Cumbrera
  • 25 mar 2021
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 19 ago 2021


Una obra realizada en el cielo.


Ésta es la tabla central del retablo de la Anunciación pintada por el Beato Angélico, un joven dominico, para el Convento de Santo Domingo en Fièsole (Florencia) en 1431, actualmente en el Museo del Prado. Es una de las obras más importantes de pintura florentina del Quatroccento.


El cuadro se completa con una “predela o banco” a modo de complemento que narra las escenas de la Vida de la Virgen. Se compone de 5 paneles donde se representa cronológicamente:

  1. Matrimonio de María y José haciendo alusión a la descendencia del rey David.

  2. La Visitación, confirma la Fe de María “Dichosa Tú que has creído” le dice Isabel. Es el encuentro de dos silencios que acaban estallando en el Magnificat.

  3. Adoración de los Magos. Buscan al Rey que ha nacido, confirmando la Salvación Universal del Hijo de Dios.

  4. Presentación en el Templo, cuando el anciano Simeón le profetiza a la Virgen: “Una espada de dolor atravesará Tu corazón”.

  5. La Asunción. Jesús viene a buscar a su Madre. Ella es guardiana de la fe. Ella precede al pueblo y es punto de referencia constante para la Iglesia.

Todas estas imágenes ayudan a ilustrar las palabras del evangelista, mostrar que María es la mujer prometida por Dios en el Génesis, la que iba, con su descendencia, a aplastar la cabeza de la serpiente infernal.


Algunos detalle de la “Anunciación”


Son las manos del Padre las que envían a su Hijo hacia el oído de María. Como dice San Agustín “María concibió por su fe”, o como dice San Pablo en la Carta a los Romanos “Fides ex auditu”, la fe por el oído.


…”¡Alégrate llena de Gracia, el Señor está contigo! No temas, vas a concebir en tu vientre y darás a luz un Hijo, al que llamarás Jesús. Será grande e Hijo del Altísimo. ¿Cómo será esto pues no conozco varón?- El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso nacerá Santo y será llamado Hijo de Dios.- He aquí la esclava del Señor, responde María, hágase en mí según Tu palabra” (Lc. 1,35).


Un rayo de Luz simboliza el nuevo amanecer en la Historia de la Cristiandad.


Es el Misterio central de nuestra fe, la Encarnación del Verbo. Aparece la Virgen como cooperadora con Cristo en la Historia de la Salvación: El Ángel Gabriel anuncia a María que va a ser la Madre del Redentor.


Esta entrevista de Nazaret es el encuentro cumbre más importante de todos los siglos. Son dos los Ministros plenipotenciarios:


-Por un lado el Arcángel San Gabriel que representa a Dios Padre.

-Por otro lado a la Virgen María que representa al género humano.


Dos mundos que se encuentran: un mundo sobrenatural (el ángel) y un mundo terrenal (María) que “negocian” nada más y nada menos que la Redención del mundo.


Vemos a María, con las manos juntas en el pecho, en actitud de aceptación de la voluntad de Dios. María está en silencio, orando. En este ambiente espiritual, el Ángel Gabriel la sorprende. El libro abierto sobre sus rodillas da prueba de ello. Está preparada para recibir noticias de Dios, de donde procede el Ángel, porque Dios es silencioso. No hay que tener miedo al silencio, el silencio está lleno de presencia de Dios. El silencio no es vacío, es deseo de saber, de aprender, de recibir, de admirar.


“He aquí la esclava del Señor”. María se declara sierva. Es la confirmación más profunda de la pobreza de María. Su gran riqueza es Dios. Esa es la verdadera riqueza del cristiano. Vivir en la Gracia de Dios es el fruto de una promesa. Como nos dice el evangelista San Juan: “…Si alguno me ama, guardase mis palabras, mi Padre le amará y haremos morada en él”.


El Beato Angélico consideraba la pintura como un acto de devoción. Este joven religioso, dominico le gustaba pintar Anunciaciones. He aquí las más conocidas, la del Museo del Prado, Santo Domingo de Cortona y la del Convento de San Marcos. En las tres, imita la arquitectura real del claustro del Convento de San Marcos, construido por Michellozzo, donde él profundizaba en la Palabra de Dios.


Su trabajo artístico denota un riquísimo mundo interior, intensa vida de oración y contemplación. Cada pincelada, cada color, cada detalle es un mensaje para hacernos comprender y penetrar en el Misterio. “El que tenga oídos para oír que oiga” decía Jesús en sus parábolas. “El que tenga ojos para ver que vea” parece decirnos Fra Angélico en esta obra.


El Ángel Gabriel aparece en esta “loggia”(pórtico) o balcón cubierto, en el que María está rezando. Éste pórtico se abre a un hermoso jardín, donde Fra Angélico tiene el detalle de colocar, como si de una predicación visual se tratara, cual es el precedente fundamental para la Encarnación del Hijo de Dios: a la izquierda están Adán y Eva, que seducidos por la serpiente han pecado y han sido excluidos del paraíso. Parecen estar pisando el jardín de María, parecen contemporáneos. Pero a su vez esto es un recurso que utiliza el fraile para simbolizar el pecado original cometido por Adán y Eva, y su redención en la tierra, que es la encarnación de Cristo en María. Así nos cuenta simultáneamente el principio y el final del Antiguo Testamento, al tiempo que anuncia el Tiempo Nuevo, tras la venida de Dios a la tierra. Fra Angelico establece una jerarquía de tamaños para establecer un orden temporal: las figuras más pequeñas -Adán y Eva- son las más remotas en el tiempo; las mayores son las más cercanas al cristiano, así como las más importantes en la acción. Una excelente idea, la de relacionar los dos hechos: la escena del Génesis, quedando así evidente la promesa del Salvador y la Anunciación. Adán y Eva aparecen en un jardín donde han sido pintadas escrupulosamente más de 300 variedades botánicas, incluida la palmera símbolo de la inmortalidad.


Mientras Adán se lleva la mano derecha a la cabeza, triste, avergonzado, Eva mira hacia la izquierda. Parece estar mirando a María, ¡a su abogada! San Irineo, Padre de la Iglesia, ya las relaciona. Por ese “Sí”, María se convierte en abogada de Eva, en nuestra abogada: “…Ea pues Señora, abogada nuestra…muéstranos tus ojos misericordiosos”. Esta es la Salve que el beato Jordán de Sajonia, el sucesor de Santo Domingo de Guzmán, les mandó cantar todas las noches después de completas.


La idea es preciosa. Eva mira a su abogada: Adán no, mira al suelo. Todo un tratado de psicología y de espiritualidad en esas dos miradas, Dice José María Salaverri, sacerdote marianista: “La Biblia erige a la mujer en órgano de receptividad espiritual de la naturaleza humana. El alma femenina está más próxima a las fuentes, a la Génesis” En efecto, la promesa de la Salvación fue dada a la mujer. Ella fue quien recibió la Anunciación, ella fue a quien primero se le apareció el Resucitado. Es la mujer vestida de sol quien representa a la Iglesia y la ciudad celeste en el Apocalipsis, y la Encarnación se cumple en el ser femenino de la Virgen, que le da su carne y su sangre. En este sentido la mujer está llamada a ser factor de espiritualidad en el mundo.


Por eso resulta tan peligrosa para Satanás y sus secuaces, seduciéndola y frivolizándola constantemente. ¡A los pies de Adán y Eva, el Beato Angélico ha colocado tres rosas! Es una clara alusión a María: Ella señala el camino de retorno. Ella ha llegado a ser para nosotros mediadora de todos los bienes. San Bernardo ya popularizó el título de “Rosa mística” para María.


María con su “Sí” es la causa de nuestra esperanza. “Dios te salve Reina y Madre de Misericordia, vida y dulzura y Esperanza nuestra”


ARCÁNGEL GABRIEL


Va vestido con una túnica preciosa, llena de pliegues. La túnica es de color rosa, ricamente bordada con cuellos, puños y franjas horizontales bordadas en oro. Todo ello parece darle prestancia a este divino embajador.


Por uno de los pliegues abierto, nos deja ver, por debajo de la túnica, un vestido interior azul, dándonos a entender que el ángel, criatura espiritual, ha tomado forma corporal. La túnica rosa del ángel es del color de la carne humana, cuya apariencia ha tomado, pero por el pliegue abierto de su túnica asoma su verdadera naturaleza: una camisola larga azul cielo que denota quien es y de donde viene.


LA VIRGEN MARÍA


¿Te fijas en la Virgen? Es justo al revés. Su túnica rosa nos está diciendo que es hija de nuestra raza, pero su manto azul nos revela que ha sido arropada en la divinidad del Verbo. Tan importante era lo que se pedía, que había que asegurar bien las cosas, un ángel pues, con forma humana.


Como dice Santo Tomás, la Encarnación es hacerse visible el Dios invisible. Esto exigía que el ángel se hiciera visible.


Los ángeles están en la lógica interna de la Creación. Como dice Santo Tomás, hay minerales, animales, vegetales y también en la escala creciente de la perfección están los espíritus puros. Luego era conveniente que fuera un ángel el anunciante de la Redención. Dice San Gregorio que “Gabriel” significa “fuerza de Dios”. Además parece el enviado de Dios para las explicaciones y las buenas noticias: seis meses antes se había aparecido a Zacarías para anunciarle tan ansiado hijo con su mujer Isabel, ya entrada en años.


LA GOLONDRINA SOLITARIA: “Contemplata allis tradere”


La golondrina solitaria que aparece en el tirante de hierro ¿es acaso el único testigo? Según D. José María Salaverri hay tres teorías, aunque me atrevo al final a sugerir algunos apuntes…


La primera teoría habla del 25 de Marzo como la fiesta de la Anunciación, fecha muy próxima a la primavera. La golondrina podría, pues anticipar “la primavera mística ” que traerá Jesús.


La segunda teoría, podría ser el símbolo dominico, como la alondra era el símbolo franciscano. Sus colores, blanco sobre azul oscuro recuerdan al hábito dominico. Se cuenta que Santo Domingo recibió de manos de la Virgen la túnica de la Orden.


La tercera teoría habla del culto dominico a la madre de Dios. Pues bien el lema dominico es el siguiente: “CONTEMPLATA ALLIS TRADERE”, es decir llevar a los demás lo contemplado. El Beato Angélico de esta forma quiere hacernos partícipes de lo que él mismo ha contemplado en su interior. Es el anhelo pastoral de comunicar a los demás el fruto de la contemplación.

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