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Extra Ecclesiam Nulla Salus

  • Foto del escritor: La Cumbrera
    La Cumbrera
  • 15 jul 2020
  • 2 Min. de lectura

“Declaramos, decimos, definimos y pronunciamos que es absolutamente necesario para la salvación de cada criatura humana, el estar sujeto al Romano Pontífice”. Es un dogma de la Iglesia católica declarada en la bula Unam Sanctam del Papa Bonifacio VIII.


Ocurre que cuando un grupo de personas se aleja de la Iglesia, terminan dividiéndose en innumerables subgrupos.

Se terminará diciendo que el Magisterio ya no reside en Roma sino en cualquier pequeña comunidad de este tipo, o de facto todo dependerá de nuestra interpretación personal (¿les suena?). ¿Y si simplemente ya no hay guía?¿Y si con lo que nos dijeron hasta Pío XII basta? ¿Y si todo acabó en 1959? Imposible, el Magisterio tiene que mantenerse vivo y prueba de ello es que entre los grupos separados de Roma bajo una bandera disfrazada de tradición hay luchas y diferencias doctrinales que pasan desde el sedevacantismo hasta otros grupos que prueban que hoy y mañana se necesitará del Magisterio.

¿Y si sabemos que nuestros pastores a ciencia cierta se equivocan, también en lo doctrinal? Eso ha ocurrido, ocurre y ocurrirá siempre. Lo importante es saber los límites de la infabilidad eclesiástica, contar con lo humano de la Iglesia, y luchar desde dentro sin caer en la deslealtad. Tampoco estaría mal una buena cura de humildad para aquellos que entre sí se contradicen y que no son capaces de dilucidar qué debe de ser inmutable y qué no.

Quizás el caso más llamativo de frikismo religioso es el del mal llamado Papa Gregorio XVII el Muy Grande (?) que montó su Iglesia en el Palmar de Troya y que a su muerte le sucedió Pedro II (modesto él) y Gregorio XVIII. Pues todo esto del Palmar empezó con el prelado vietnamita Ngo Đình Thuc, que consagró como obispos al ecijano Clemente y a unos cuantos más, y que a pesar de sus muchos valores, como lo que mal empieza mal acaba, terminó dando malos frutos.

Y ya sabéis que por sus frutos los conoceréis. Ahora, de un amor a la tradición mal entendido (porque ya me dirán qué clase de tradición es aquella que no cree explicita o implícitamente que la Iglesia se edifica sobre Pedro) empiezan a proliferar grepúsculos que cargan contra los obispos usando indistintamente la verdad y la mentira, tergiversando palabras a posta y con afán destructivo. Son los que dicen que el Papa es el Anticristo.

Lo más llamativo para mí es su forma de hablar y su doctrina. ¿Se dan cuenta de que se expresan como protestantes y de que incluso algunos puntos de su teología empiezan a parecerse preocupantemente a ellos? Iluminados con disfraz de tradición que usan el lenguaje de los Testigos de Jehová o de los movimientos neopentecostales.

Extra Ecclesiam Nulla Salus, “Fuera de la Iglesia no hay salvación”, San Cipriano (Epist.73, 21: PL1.123 AB).


Comentario: No están condenados al infierno todos los que no están sujetos al Papa. Pero si se condena quien, teniendo conocimiento de que la sujeción al Papa es voluntad de Dios, no la practica. 

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