La responsabilidad histórica
- Emilio Komar
- 13 jul 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 17 sept 2020

"¿Quién entre nosotros no se preguntó si era necesario vivir con la corriente o en contra? ¿Ser reaccionario o progresista? ¿Quién no sintió la invencible tentación de arrojarse a la corriente y romper con todo lo anterior, de sentirse renovado y lleno de energía, orgulloso, de estar a la altura de los tiempos? ¿Y a quién no se le despertó por ese motivo la conciencia llenándolo de inseguridades? Y a la inversa, ¿acaso no hemos experimentado en algún momento la necesidad de tener la fuerza de Hércules para rechazar la corriente de los acontecimientos o emprender el camino hacia otra dirección?
En torno a estos interrogantes surge el peligro de que sin querer nos subordinemos a aspectos y modos que nos son ajenos y dudemos de nuestras convicciones. La cuestión que se nos presenta es la de nuestro lugar en la historia: ¿qué posición debemos tomar respecto del pasado, del presente y del futuro. ¿Son verdaderas las opciones que nos son impuestas?
“El presente está cargado de pasado y grávido de porvenir” decía Leibniz.
La vida diaria nos aclara esta afirmación. El estado floreciente de una empresa generalmente no se explica por su presente sino por su pasado, es el resultado del esfuerzo de años de trabajo del empresario. La existencia perdida que hoy añoramos fue ayer una juventud no meditada. Por lo contario quizás el trabajo silencioso, a veces injustamente menospreciado, dará sus frutos en la hora del triunfo. […]
El presente se puede entender desde el pasado y en su prolongación hacia futuro y a la inversa: si contemplamos profundamente el presente nos muestra sus raíces en el pasado y nos abre el horizonte del futuro.
La sabiduría popular expresó la idea de la continuidad histórica en su convicción de que los pecados de los padres pesarán sobre las futuras generaciones. El Antiguo Testamento otorga esta creencia común el respaldo de la palabra de Dios. La misma percepción se encuentra en la poética de la tragedia griega. La culpa de los padres se refleja como un eco en los descendientes. Este pensamiento nos llena de seriedad del mismo modo en que nos alegra la certeza de que nuestros buenos actos no pasan sin dejar huella. Ambos nos invitan al agradecimiento y al perdón para con nuestros antepasados y despierta el sentido de la responsabilidad hacia los descendientes; nos hace conscientes de nuestra pertenencia como eslabones al curso de la historia y al contexto de los acontecimientos.”
Emilio Komar, La salida del letargo
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