C.S. Lewis - ¡Pienso que usted está ya atrapado en la red! , Tres cartas (II)
- C. S. Lewis
- 6 mar 2019
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Actualizado: 8 jun 2020

23 de diciembre de 1950
Estimado Sr. Vanauken:
La contradicción "Debes tener fe para creer, y debes creer para tener fe" pertenece a la misma clase de contradicciones que emplearon los filósofos eleatas para probar que todo movimiento es imposible. Y hay muchas otras. Uno no puede nadar sin sustentarse en el agua, y uno no puede sustentarse en el agua a menos que sepa nadar. O bien: dado un acto consciente (e.g. el levantarse por la mañana), ¿su primer origen es voluntario o involuntario? si es voluntario entonces uno debe haber querido hacerlo ..ya estaban dispuestos a él antes.. por lo que no es realmente el principio. Si es involuntario, entonces la continuación del acto (que es determinado por el primer movimiento) es involuntario también... pero el acto ES voluntario.
Y a pesar de estas contradicciones, nosotros nadamos, y nos levantamos de la cama.
No pienso que haya una prueba demostrativa (tipo Euclides) del cristianismo, como tampoco de la existencia de la materia, ni de la buena voluntad y la honradez de mis mejores amigos. Creo que las tres (excepto quizás el segundo) son por lejos más probables que sus contrarias.
El caso del Cristianismo en general está bien expuesto por Chesterton; e intenté hacer algo así en mis charlas radiales. En cuanto a por qué Dios no hace la cuestión claramente demostrable: ¿estamos seguros de que él está interesado en la clase de teísmo que se seguiría de un asentimiento lógico obligado a un argumento concluyente? Y nosotros mismos, ¿estamos interesados en eso, en lo que hace a cuestiones personales? Yo exijo de mi amigo una confianza en mi buena fe que sea segura, sin prueba demostrativa. No sería confianza en absoluto si él esperó una prueba rigurosa. Y, ¡vamos! los cuentos de hadas son los que contienen la verdad. Otelo creyó en la inocencia de Desdémona cuando tuvo la demostración: pero era demasiado tarde. Se nos pide la magnanimidad, la generosidad que se apoyará en una probabilidad razonable.
Pero, ¿y si uno cree y resulta que al final estaba equivocado? Entonces uno habría tributado al universo un elogio inmerececido. Y el error suyo sería así más interesante e importante que la misma realidad. ¿Pero cómo podría ser esto? ¿Cómo podría producir un universo imbécil criaturas cuyos sueños son tanto más fuertes, mejores, más sutiles que él mismo?
Observe ud. que el asunto de la vida después de la muerte, que todavía le parece a usted la cosa esencial, fue en sí una revelación tardía. Dios entrenó a los hebreos durante siglos para que creyeran en él sin la promesa de una vida futura; y, bendito sea, me entrenó a mí de la misma manera por alrededor de un año. Es como el príncipe disfrazado en un cuento de hadas que gana el amor de la bella antes de que ella sepa que él es cualquier cosa más que un leñador. Lo que sería un soborno si viniera primero, es mejor que llegue al final.
Está claro, por lo que me dice, que ud. tiene deseos conscientes de ambos lados. Y ahora, otra cuestión sobre los deseos. Un deseo puede conducir a la creencia falsa, es cierto. ¿Pero qué sugiere la existencia del deseo? En un tiempo me impresionó mucho la frase de Arnold: "El hecho de estar hambrientos no demuestra que tengamos pan". Pero seguramente, si eso no demuestra que un determinado hombre conseguirá el alimento, ¡sí prueba que hay una cosa tal como el alimento! Es decir si fuésemos una especie que no come normalmente, y que no fue diseñada para comer, ¿acaso nos sentiríamos hambrientos? Usted dice que el universo del materialista es "feo". Yo me pregunto cómo descubrió eso. Si usted es realmente un producto de un universo materialista, ¿cómo es que no se siente en su hogar allí? ¿Los peces se quejan de la humedad del mar? O si lo hicieran, el hecho en sí mismo ¿no sugeriría que no habían sido siempre, o no estaban llamados a ser siempre, criaturas puramente acuáticas? Note ud. cómo estamos sorprendidos siempre del tiempo. ("¡Cómo vuela el tiempo! Juancito tan grande, y casado! ¡Cuesta creerlo!") En el nombre del cielo, ¿por qué? A menos que haya de hecho algo en nosotros que no es temporal.
La humildad total no está en el Tao, porque el Tao (como tal) no dice nada del Objeto sobre el cual él sería la respuesta correcta: así como no hay ley sobre ferrocarriles en las actas de la reina Elizabeth. Pero del grado de respecto que el Tao demanda para los antepasados, los padres, las ancianos, y los profesores, es absolutamente claro lo que el Tao prescribiría hacia un objeto tal como Dios.
¡Pero pienso que usted está ya atrapado en la red! El Espíritu Santo está tras suyo. Dudo que consiga escaparse.
Suyo
C.S. Lewis
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