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Cuídate y cuida a tus hijos de las redes sociales

  • Fides et Caritas
  • 2 sept 2020
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 17 sept 2020


¿Por ventura caerá el ave en el lazo sobre la tierra si no hay quien lo arme? Amós 3, 5.

Puede parecer un tanto irónico el hecho de que publique algo así en redes sociales; mas no es así. El uso de las redes sociales no es malo en sí mismo, no podemos aplicar un calificativo moral directamente a un ente que no implica la acción de una persona en sentido estricto. Por ejemplo, si les muestro un cuchillo, no me van a decir que es malo o bueno; es cuchillo y punto; de igual manera las redes sociales no son buenas ni malas, son redes sociales y punto.

La forma mediante la cual las utilizamos es la que llega a tener el calificativo moral. En el mismo ejemplo, si ocupamos un cuchillo para cortar las zanahorias que me comeré el día de hoy es algo bueno, porque me voy a alimentar y si lo ocupo para darle de comer a un indigente es algo todavía más bueno; pero si lo ocupo para apuñalar a mi perro, luego a mi familia y finalmente suicidarme; entonces, fue terriblemente malo.

Lo mismo pasa con las redes sociales, pueden ser buenas y tener un alcance muy bueno; pero también malas y un alcance catastrófico. La diferencia que hay entre el ejemplo del cuchillo y las redes sociales es que el alcance de un cuchillo es por mucho más limitado que el de las redes sociales. Porque las redes sociales son básicamente luz. Por tanto, un cuchillo podrá matar cercanos, pero una red social puede matar hasta a los lejanos. O viceversa, una red social puede ser capaz de lograr muchísimo bien hasta a gente lejana y un cuchillo para gente cercana.

A lo que voy con todo esto es que no nos dejemos atrapar por las redes sociales y evitemos los peligros que ellas contienen principalmente nosotros. Entre los peligros que puedo encontrar menciono estos tres:

· Perder el tiempo. Por más buenas que sean las cosas que vengan, por más incluso piadosas el estar en redes sociales exige límites de tiempo. En lo personal a veces paso más tiempo generando contenidos para tres páginas: ésta, de una parroquia y de una institución educativa. Muchas veces no me da tiempo de revisar las redes sociales por lo mismo. Considero que en algo es útil el contenido que genero y por ello lo hago. Y no me pongo de ejemplo, si acaso me pongo de ejemplo será para que eviten lo que me llega a pasar a mí: A veces pierdo el tiempo viendo “memes”, poniendo “puntitos” para ver qué opinan de mí, entrar en discusiones, etc. Eso está mal, no deja nada bueno. El tiempo es muy valioso y perderlo es pecado, pues desechamos un don preciosismo de Dios que no volverá jamás. Incluso les pido que si lo que les comparto les quita el tiempo; mejor no lo lean. Es más valioso que se dediquen a cumplir con sus responsabilidades religiosas, familiares y sociales; que leer algo que no les sea de utilidad para cumplir con sus obligaciones.

· Propensión a la impureza. Muchas personas suelen subir contenido que incita la impureza. Les he dicho antes sobre la “selfie” como una forma de prostitución. Por favor, al único que debemos buscar llamar su atención es a Dios. No andemos buscando a ver cuál mujer nos gusta para agregarla o buscar tomarnos fotos para ver a quién le gustamos. Parece mercado de personas, eso no humaniza y eso destruye. Y no es cuestión de “yo subo fotos dando beso a la cámara, si el otro lo ve como impuro, el enfermo es él”. No, no se trata de eso. Se trata de pensar que hay gente perversa, muy mala y que nos puede hacer daño. Por favor eviten tener como contactos a esas personas, exhorten con caridad a que dejen de hacer eso y por nuestra parte no contribuyamos a este “mercado” de personas.

· Desinformación y falta de privacidad. Estos son dos enormes peligros. Hay demasiada información, tanta que ya se pierde el criterio entre lo que es real y lo que no. Todo lo creemos y de ahí surgen las “teorías conspiracionistas”, la suplantación de identidad, etc. Incluso nosotros mismos compartimos información de más y esto es bastante evidente porque si nos dicen que están espiando nuestras redes sociales, de inmediato nos asustamos. Hay una serie (no se las voy a recomendar y me arrepiento de haber visto) en la que que se narra cómo se destruye un grupo social solamente por evidenciar el contenido “privado” de sus redes sociales. Imaginemos qué pasaría si eso nos hicieran a nosotros y revelaran nuestro contenido “privado”, ¿no nos daría vergüenza? ¡Claro! porque pensamos que hacemos las cosas ocultas; pero todo llega a salir a la luz, nuestras peores cosas y eso es bíblico (Cfr. Mt 4, 22.) Mejor obremos como hijos de Dios, no demos información de más y seamos santos. Nada suple la relación cara a cara, por eso es que tanto argumento que digitalizar la Santa Misa no es solución y se debe superar eso. Si buscamos información debemos tener un muy buen criterio formado y no devorar todo lo que hay en Redes Sociales, que esa “gula de información” es causa de un terrible mal. De igual modo no tenemos por qué dar tanta información, ¿qué pretendemos con ello? ¿Buscar más amigos? ¿No será que solo nos sentimos solos y por eso lo hacemos? Entiendo que no se trata de vivir con engaños, pero en el exceso de información no vamos a encontrarnos con la Verdad. El exceso de información en forma a-crítica solo destruye.


Por otro lado, las redes sociales como exigen un criterio bien formado, es imperante que no las usen menores de edad o si lo hacen sea muy controlado. Hace poco descubrí que hay grados de censura distintos en Youtube, Facebook e Instagram que en Twitter. Les advierto de una vez que si su hijo menor de edad se la pasa en Twitter está muy propenso a ver pornografía sino es que ya la vio; pues esta red social no tiene filtros como Youtube o Facebook; sino que son más fáciles de vencer. Hay pornografía en Twitter, cuiden a sus hijos y cuídense ustedes, por favor.

Lo mejor y lo que aconsejo encarecidamente es que un menor de edad definitivamente no maneje redes sociales. Y si lo hace que sea solo y exclusivamente bajo supervisión y para algo que sea estrictamente necesario. No saben el mal que puede hacer.

Esto no significa que nosotros tengamos permiso de ver porquerías en Internet por ser mayores de edad como a veces nos lo presentan. Eso es absurdo. Si decimos que el contenido no es apto para menores de edad, tampoco lo es para mayores. La cuestión está en que es labor de los padres de familia forjar el criterio de los hijos y ayudarles a descubrir que aún están formando el criterio. No se trata de ser “obsesivos”; sino de ser cuidadosos y de educar.

Puede parecer que es querer “tapar el sol con un dedo”; pero hay que entender que la prohibición sin sentido no sirve, solo reprime y se convierte en una “bomba de tiempo”; lo importante es formar un criterio en los hijos y que si se les prohíben las redes sociales es porque se les está educando y no solo se les tiene “mala fe”. La labor es educar y no solo prohibir.

Cuídense y cuiden a sus hijos, las redes pueden ser muy buenas cuando se trata de llevar el Evangelio, cuando se procura que éstas conduzcan al encuentro cara a cara, acortar distancias con nuestros seres amados, educación a distancia, compartir inforamción realmente valiosa, etc.; pero, como hemos dicho, tienen peligros que se deben evitar. Ante todo quiero exhortarnos a que nuestra forma de actuar sea conforme los designios de Cristo y que si esto de las redes sociales más que acercarnos, nos aleja de Nuestro Señor; mejor alejarnos de ellas.

Lo que más nos lleve a amar a Dios, eso debemos hacer. Lo que encause a la oración es y será siempre lo correcto.


Artículo original de Fides et Caritas.

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